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Quizás ya te has enterado/a del enfoque de la “flipped classroom”, que puede equivaler al español “aula invertida” y está muy de moda por el momento. Este término, que sin mucha sorpresa, no consiste en mirar a la puerta en vez de a la pizarra, escribir y hablar al revés, dar clases al profesor o suspender los muebles al techo, nació en los años 70, en Colorado, de la mente de dos profesores de química. De hecho, la idea no es nueva ni tampoco única. Existe una profusión de métodos de enseñanza (no menos de 80 según algunas fuentes) que no paran de evolucionar y multiplicarse con el advenimiento de la globalización y de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación).

La “flipped classroom”, que hemos elegido, consiste entonces en un modelo pedagógico que propone transferir una parte del aprendizaje fuera del aula, cuando el alumnado está en su casa, facilitándole los contenidos para que les descubra y profundiza antes de asistir a la próxima sesión de curso.

Recursos y documentación

Esta metodología presenta, entre otras ventajas, la de un acceso directo, para el/la alumno/a, a todo tipo de recursos online para buscar más información, encontrar la definición de términos desconocidos y enfrentarse con enfoques diferentes sobre el mismo asunto. Además de tener, al alcance de la mano, este apoyo inmediato de la Web, los suportes de cursos igualmente se pueden consultar tantas veces como quiera y forman la base de un corpus documental fácilmente ampliable.

Flexibilidad y adaptabilidad

El alumnado dispone de los soportes y puede escoger el momento óptimo para sumergirse en su contenido, de acuerdo con su agenda propia. Esta facilidad permite también a cada uno avanzar con su propio ritmo. Si se necesita repasar varias veces el contenido o parar sobre un asunto en particular, sólo depende de cada alumno/a y de sus necesidades y ganas.

Una vez en el aula, el docente no imparte su clase como en el marco del aprendizaje común, puesto que el alumnado se presenta allí con un conocimiento previo del tema que da lugar a cuestiones, dudas, opiniones y debates. El profesor está aquí para resolver estas dudas y animar actividades o ejercicios destinados a profundizar y poner en práctica las ideas enseñadas en casa.

 Enfoque personalizado

Esta metodología se basa sobre el hecho de que el profesor es necesario y de mayor ayuda no tanto al entregar los asuntos del curso, pero mucho más en el momento de practicar y ejercerlos. Porque cada alumno/a viene con sus propias interrogaciones y que las horas de clase son dedicadas a encontrar soluciones para todas, el docente puede identificar las dificultades de cada uno/a e investir más tiempo en atender, de manera personalizada, a las necesidades individuales.

Pensamiento crítico e implicación

El papel mucho más importante dejado al alumnado dentro de su propia educación tiene por efecto de ponerlo en el centro de este proceso, lugar donde normalmente se encuentra el docente, transformándole así de “receptor del conocimiento” en “arquitecto” de su aprendizaje. (cita : Flipped Classroom, ¿es una nueva metodología?). Esta ampliada autonomía desemboca en un pensamiento crítico más agudo y una mayor implicación del alumno/a quien tiene la posibilidad inmediata de comprobar otras fuentes de información, acceder a puntos de vista divergentes, maneras diferentes de tratar el asunto y forjar su propia opinión o, al menos, no ser limitado/a a la del docente. Asimismo, apropiarse así los temas por cierto ayuda considerablemente a su memorización.

¡Así que, ahora que lo sabes todo, sólo te queda venir y experimentarlo por ti mismo durante nuestras clases semipresenciales de ciclos formativos!

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